Muchos os preguntaréis que sucedió el domingo pasado con mi aventura política. Como ya os adelanté a finales de abril me presenté en la candidatura del Partido Popular al Ayuntamiento de Lozoya. Durante casi un mes estuvimos dedicando nuestros tiempos libres a convencer a nuestros vecinos para que nos votaran. También aplicamos algo de marketing online, como la creación de una página web donde explicábamos nuestro programa y de una página en facebook para compartir nuestra ideas y preocupaciones sobre el pueblo.

Además celebramos dos mítines el día 16 y 22 de mayo. Este último día también aprovechamos para hacer una fiesta fin de campaña e invitamos a nuestros vecinos a celebrar que ya les dejábamos en paz. Todo lo que hicimos lo hicimos con nuestra dedicación, esfuerzo y dinero. Es cierto que la inversión fue modesta, 65 euros por cabeza, y estuvo bastante lejos de las cifras que se manejaban a nivel nacional. Nosotros no vestimos de lonas, muchas veces dudo de su eficacia para estos casos, todo el pueblo. Lo que nos movía a hacer todo esto era la necesidad de cambio ante la mala gestión que estaba haciendo en los últimos 8 años el alcalde. Seguimos pensando igual.
Tampoco faltó enfrentamientos, nunca directos, entre ambas candidaturas. Aunque siempre intentamos mantener un tono conciliador y jugar limpios, ciertos actos del alcalde (como convocar un pleno extraordinario a 5 días de las elecciones) nos obligaron a informar a los ciudadanos públicamente. Esto les encrespó muchísimo. Si algo conseguimos en esta campaña es que la otra candidatura tuvieran que emplearse a fondo. Siempre iban detrás nuestro, parecíamos que eramos nosotros los que gobernábamos. Estaban sumamente nerviosos, como si supieran que el resultado iba a estar tan ajustado como finalmente sucedió.
Llego el día de las elecciones. El día se hizo muy largo. Fueron muchas horas de espera para poder conocer al ganador. En la sala donde tenían lugar las votaciones, en el colegio municipal, se respiraba la tensión. A las 20 horas se cerraron las puertas y se procedió a la votación de los miembros de la mesa y a incluir en las urnas el voto por correo. Una vez terminado esto se abrieron las puertas al público y se procedió al recuento de los votos. El alcalde no estaba presente. De hecho había mucha menos gente que hacía 4 años, cuando el azar me nombró Presidente de Mesa.
He de reconoceros que en el recuento de los votos lo pasé francamente mal. Todos los compañeros de candidatura estábamos en la sala dando clara evidencia del equipo cohesionado que formábamos. Había cruces de miradas. Muchos nervios. La Presidenta iba abriendo los sobres y diciendo en voz alta la candidatura incluida en cada uno de ellos. Subíamos y bajábamos. Se ponían siete arriba, nos poníamos nosotros diez arriba. Yo con los dedos contaba estas diferencias a favor o en contra mientras mis compañeros iban apuntando cada voto en una cuadrícula.
Estábamos a tres votos y quedaban tres sobres en la urna. El primero fue para nosotros, el segundo fue en blanco y el tercero, y último, fue para la candidatura oponente. Con un 82,4% de participación el resultado fue lo más apretado que cualquiera de nosotros pudiera imaginar. Nosotros obtuvimos el respaldo de 176 vecinos, mientras que ellos ganaron con el apoyo de 179. En ese momento las sensaciones vividas son difíciles de transmitir. El sentimiento que mejor lo describe es la decepción de no haberlo conseguido algo por lo que habíamos luchado tanto. Y como siempre una reacción humana de reproches por gente que no había ido a votar.

De esta experiencia he obtenido un valioso aprendizaje. Aunque también tengo que ser sincero y reconoceros que no hay nada más desagradable que saber a ciencia cierta que mucha gente te mentía cuando decía que te iba a votar. Lo más importante es que hemos creado un gran equipo al que se han ido sumando gente con muy buenas ideas y la misma ilusión que nosotros. A pesar de perder, vamos a trabajar por cambiar todo esto.
Mientras escribo este artículo me venía a la cabeza de forma repetida como Niko, un vecino búlgaro del pueblo, rojiblanco hasta la médula y propietario del bar Serna, me llamaba cada vez que me veía con el apelativo de «Presidente». Lamentablemente ni él ni su hermano nos pudieron votar porque se les pasó el plazo para solicitarlo. A mi me hacía gracia porque yo iba en el cuarto puesto de la candidatura.
Pero cuando me llamaba así me venía a la cabeza una campaña que hizo Coca Cola con un niño llamado Robby Novak. Este niño que ahora tiene 11 años en 2012 protagonizó una serie en YouTube llamada Kid President que le llevó a la fama. Ahora es conocido con este apodo. La curiosidad es que Robby sufre una enfermedad llamada osteogénesis imperfecta, que hace que se debiliten los huesos y se rompan con mucha fragilidad. A pesar de ello en el vídeo le veréis bailando y lo que es más importante, feliz. Esta es una buena lección para sacar de nuestra experiencia.
https://youtu.be/x2sD09-J3dY
Qué pueblo tan bello!! Parece centroeuropeo.
Creo que perdiste por ir en un partido castigado (con razón) por la corrupción y las malas prácticas.
Tienes toda la razón en los dos asuntos. Mi pueblo (que realmente es el de mi mujer) es muy bonito. Este domingo subimos a l Virgen a la ermita y hacemos una fiesta. Además este fin de semana hay la Feria del Pincho€?!
Respecto a otro tema basta con decir que por primera vez la candidatura del PP al Ayuntamiento obtuvo más votos que el PP a la Comunidad en el municipio, 143 cuando normalmente recibía entre 180 y 200. En los pueblos no hay colores, solo personas, y un partido como el PP nos daba cobertura.