
A mediados de julio en la última masterclass del Master en Dirección Ecommerce (100% recomendable para todo el que esté o quiera estar en el mundo del comercio electrónico en España) Carlos Andonegui se nos presentó el proyecto de comercio electrónico vinopremier.com y boxpremier.com, a los cuales dedicaré un artículo algún día porque francamente se lo merecen. A Carlos ya le conocía; compartimos café y una charla muy amena en esta nueva etapa de mi vida. Un gran tío y un emprendedor hecho a sí mismo dentro del mundo del ecommerce. En la última parte de esa masterclass, Carlos nos habló de los retos de sus tiendas online y uno de los más inmediatos pasaba por tener presencia en dispositivos móviles a través de una aplicación propia. En aquel momento me pareció buena idea proponerle una colaboración para ayudarle a desarrollar conceptualmente una aplicación para comprar vino con el móvil. Así lo hice poco después pero, lamentablemente y como suponía, ya estaba trabajando desde hacía meses con una persona de su absoluta confianza.
Sinceramente, se me hace difícil pensar que un porcentaje importante de sus clientes pudieran realizar sus pedidos a través de un smartphone. Quizá en el caso de Boxpremier, club de miembros que reciben todos los meses una selección de vinos, podría tener sentido una app para presentar dichos vinos mes a mes, ampliar las opciones de maridaje y la opción de adquirir packs de meses anteriores, ya sea porque te hubieran gustado o porque todavía no estavieras suscrito. Si hablamos de una tablet, por sus dimensiones, creo que sería suficiente con tener un diseño web adaptativo multidispositivo (lo que se ha puesto de moda en llamar responsive) para respetar determinadas peculiaridades de esos dispositivos móviles.
A pesar de todo esto, me puse a investigar las aplicaciones móviles de vino que había disponibles en la AppStore. Hay una infinidad de ellas pero a ninguna le encontré realmente una gran utilidad. Otro aspecto que me llama la atención es que la inmensa mayoría de las apps destacadas son extranjeras a pesar de que se nos llena la boca cuando hablamos de vino español. Si os parece bien, (y si no os parece bien no tenéis forma de decírmelo hasta que lo veáis escrito), os voy a presentar brevemente las app más relevantes que encontré.


Ninguna de las aplicaciones que había visto a través de la AppStore y de artículos en internet mostraba la idea que yo había tenido en la clase de Carlos. Muchas de las aplicaciones encontradas suministraban la información del vino o la opinión de sumilleres después de escanear el código de barras de la botella seleccionada. Incluso existe una aplicación lanzada en junio por el famoso distribuidor catalán Vins i Licors Grau en la que es posible buscar el vino por su nombre o por una serie de menús desplegables según a procedencia del vino, pudiendo filtrar por color y por orquillas de precios. La aplicación está especialmente cuidada y me parece un acierto, pero sigo pensando que es muy complicado que pueda hacer un pedido a través de un proceso tan detallado, poniendo en la palma de la mano de tu cliente todo tu catálogo de referencias.
Pero la pregunta que debemos hacernos es ¿en qué momento puede ser útil para nuestro cliente acceder a una aplicación con la que pueda comprar vino con el móvil? Según Robert Joseph, consultor y una de las 50 personalidades más influyentes en el mundo del vino internacional, la oferta de vinos está sobresaturada y enfatiza este hecho con el ejemplo de que en un supermercado los productores de vino tienen poco más de un minuto para lograr captar la atención de un posible comprador. Por eso mismo, los amantes del vino a los que les encantan probar nuevos vinos, son bastante accesibles a recomendaciones de amigos o consejos de un camarero cuando se sientan en una mesa. Es más, cuando encuentran un vino que cautiva su paladar están dispuestos a comprar una caja o una selección de diversas añadas de ese vino para poder conocerlo mejor.
Y esta es mi propuesta: una aplicación que bien podríamos llamar CazaVinos que nos permitiera escanear el código de barras del vino que nos han servido en una comida (o introducir el nombre porque todavía hay muchos vinos que no tienen código de barras) y poder realizar la compra en ese momento de una caja con los costes de envío incluidos. Incluso, desde el punto de vista del comercio electrónico, podría ser una alternativa crear un canal que hiciera llegar las cajas directamente desde el fabricante sin tener que pasar por nuestros almacenes (dropshipping). Es una idea que creo que podría funcionar, que se aleja de la aplicación que no deja de ser una extensión adaptada de la tienda online y que permite al usuario comprar vino con el móvil cuando tiene una necesidad impulsiva o capricho.
Para terminar no quería dejar pasar la oportunidad de animar a todos los bodegueros a utilizar los códigos QR en sus botellas. Es algo que cada vez es más común en botellas extrajeras y en nuestras bodegas más internacionales. En un estudio liderado por el propio Robert Joseph, se puso un código QR en el cuello de una botella, que ofrecía diferentes descripciones. A los entrevistados se le preguntó si esa información les había despertado el deseo de comprar el vino. Este fue el resultado, empezando por aquellos aspectos que despertaban más interés.
- su sabor (47%)
- variedades de uva (44%)
- maridaje (41%)
- cómo se puede ahorrar dinero en el mismo (39%)
- dónde comprar (38%)
- cómo servirlo (38%)
- información acerca de dónde se hizo (38%)
- información sobre cómo se hizo (28%)
- información sobre el productor (18%)
- video del enólogo (12%)
- video de la bodega (9%)
Si os ha parecido útil, sólo nos queda brindar.