Seguro que todos vosotros conoceréis la historia bíblica de David contra Goliat, donde un pastorcillo de la tribu de Judá llamado David hizo frente al gigantesco guerrero filisteo Goliat, que medía dos metros y noventa centímetros (más largo que un día sin pan), que llevaba 40 días desafiando al ejército israelita por cada mañana y cada atardecer. El desafío consistía en que el ejercito oponente presentara a un hombre que luchase con él en un combate cuerpo a cuerpo; el que ganase determinaría qué ejército llegaría a ser siervo del otro. David le lanzó una piedra con su honda, esta se le hundió en la frente y Goliat cayó al suelo. Después le cortó la cabeza con una espada.
Esa es la historia que nos cuenta la Biblia y que sucedió hace ya mucho tiempo. Alguno de vosotros pensará, al igual que muchas veces pienso yo, que cada vez es más complicado que esta historia se repita. No me refiero a una afrenta bélica entre un guerrero y un pobre pastorcillo. Más bien me refiero a que las ideas y razones en las que cree un colectivo de gente apasionada se impongan a los que nos manejan a merced de los intereses económicos, las grandes corporaciones y los gobiernos.
Podría dedicarme a hablar, con una clara intención populista, de la declaración de la Infanta ante el juez Castro este fin de semana y de la imputación de Miguel Blesa con el asunto de las preferentes de Caja Madrid. En el otro lado también podría hablar del juez José Elpidio Gómez o el propio juez Garzón. Pero ya sabéis que este no es el sitio ni el lugar para hablar de estos temas y quizá, dejadme que sea excéptico en esta ocasión, ninguno de ellos llegue a ser tan buen ejemplo como para revivir el enfrentamiento de David contra Goliat.
Empezaré esta historia situándonos en marzo del año pasado, cuando conocí a Jesús Bueno. Durante algo más de una hora compartimos un café en la cafetería de un hotel de Madrid donde hacía una semanas él había organizado un seminario sobre experiencia de cliente. Según voy escribiendo estas líneas soy consciente de lo poco que le va a gustar este artículo al bueno de Jesús, pero esto me lo pedía el cuerpo. En los posos de ese café quiso compartir conmigo su gran idea, crear en España la primera asociación de profesionales de experiencia de cliente. Me encantó tanto el proyecto como la coherencia con la que hablaba. No me pude resistir y acepté sin condiciones el reto que generosamente me propuso.
Al final fuimos cuatro personas, Esther, Verónica, Jesús y yo, las que formamos la Junta Directiva. Por el camino se cayeron otros tantos que por unos motivos u otros pensaron que no iban a poder aportar todo el esfuerzo que requería este proyecto. El 31 de mayo de 2013 presentamos nuestra inscripción, junto con el acta fundacional y los estatutos, en el Registro de Asociaciones del Ministerio del Interior y el 26 de junio recibimos la resolución de este organismo a favor de la inscripción de la Asociación Española de Experiencia de Cliente. Ya eramos una asociación y teníamos un largo camino para hacer realidad un proyecto muy ambicioso.
Bajo tres valores muy claros y compartidos por todos nosotros (los podéis ver en la presentación de más abajo) nos pusimos mano a la obra. Es cierto que cuando tienes un trabajo, estás montando una empresa o incluso estás buscándolo, como era mi caso, no tienes mucho tiempo que dedicarle a la asociación. Pero esto es lo que significa una asociación, que sus miembros dediquen el tiempo del que dispongan para el beneficio de los demás. Teníamos claro que en esta primera etapa no queríamos ir a empresas para que subvencionaran nuestras actividades a través del patrocinio. Quizás alguna nos ofrecería ir más alla y rompería la filosofía con la que nacía nuestra asociación. Lo único que nos interesaban eran las personas que pudieran compartir sus experiencias y aportar su granito de arena con el objetivo de divulgar la experiencia de cliente en el tejido empresarial español.
Entre septiembre y octubre desarrollamos un plan estratégico para lanzar la asociación en las condiciones óptimas. Y en ese momento fuimos conscientes que necesitábamos más mentes inquietas para conseguir llegar a buen puerto con tan ambiciosos objetivos. Nos pusimos manos a la obra y encontramos a grandisimos profesionales que no nos fue muy difícil convencer para que arrimaran el hombro. En total ocho profesionales de la experiencia de cliente que estaban dispuestos a dedicar parte de su tiempo al futuro de una profesión tan incipiente en nuestro país y que está también tan de moda. Y todo esto sin pedir nada a cambio ni querer sacar beneficio personal, como debe ser una asociación.
Hola Txema para formar parte de ella ¿Qué hay que hacer? De momento he empezado a seguir el proyecto por e-mail.
Dime cosas please.
Feliz día
¡Hola Tomás! Me pongo en contacto contigo por Linkedin y hablamos. Gracias por tu interés.
Perfecto Txema.
Vivir la excelencia en el sevicio: desde mi punto de vista esto lo conseguimos desde el rigor y la profesionalidad pero también desde la ilusión que nos hace levantarnos cada mañana y luchar por lo que creemos, siendo fieles a nosotros mismos y actuando desde la honestidad y el desinterés.
Crear relaciones abiertas con transparencia: ir de cara, compartir nuestras ideas y querer crecer personal y profesionalmente. No tenemos nada que esconder y nos sentimos orgullosos de formar parte del grupo.
Fomentar y difundir la innovación y la creatividad: básico para seguir mejorando y creciendo. La experiencia de cliente pasa por reinventarse.
Por todo ello agradezco tu post y te considero una pieza vital de la asociación; independientemente del sillón que ocupes.
Gracias Txema