Estaréis conmigo que tratar bien a nuestros clientes es mucho más fácil en estas fechas. Parece que a todos nos cuesta mucho menos mantener una sonrisa en nuestra cara y tener buenas palabras para los demás. Incluso se nota mucho menos la falsedad que muchos críticos podrían echarme en cara a estar primeras líneas de este artículo. Realmente en estas fechas se esconde una esencia desconocida que hace que todo sea mucho más fácil y eso se impregna en cualquier negocio y la experiencia de cliente en Navidad.
No si serán las luces que decoran las calles de nuestras ciudades o la propia decoración que tenemos en casa que los más pequeños siempre nos animan a poner. No se si serán los escaparates de las tiendas o los tiernos anuncios de televisión que vemos con motivo de estas fechas. O quizás sean las canciones navideñas que se pueden escuchar en cualquier esquina o la cantidad de whatsapps que recibimos con buenos deseos. O a lo mejor es una unión de todo ello junto con otras muchas cosas que se me han olvidado. Pero lo que está claro es que en Navidad somos más felices, o por lo menos lo parecemos.
Por este motivo en esta fecha no es muy complicado que cada uno de nosotros radiemos de este positivismo al resto de los mortales, entre los que se encuentran nuestros clientes. Incluso estos son más benévolos con cualquier despiste que pudiéramos haber tenido. Es normal ¡Es Navidad! Una excusa perfecta para que la dependienta de una tienda de juguetes emule al mismísimo Santa Claus al asesorar a su cliente a escoger el regalo perfecto. Una inspiración para que el dependiente que tiene que trabajar hasta tarde el día de nochebuena no se le note que no ha podido comer con sus seres queridos y quiera dar el mejor consejo a ese cliente pesado que le hace mostrarle más de una decena de productos diferentes.
Estoy convencido de que no os tengo que convencer de esto. La navidad además de hacernos mejores empleados de cara al cliente no proporciona las fuerzas para hacer un esfuerzo extraordinario. Incluso de ser más solidarios. Nos hace ponernos perfectamente en el lugar del cliente. De ponernos en el lugar de esa persona que tiene un presupuesto muy limitado para hacer un regalo especial. ¿Y por qué en estas fechas nos cuesta tan poco y durante el año tiene tanta dificultad?
A continuación voy a internar descifrar los tres aspectos que creo que provocan la experiencia de cliente en Navidad.
La abundancia de color rojo
Si hay un color que predomina en la Navidad es el color rojo. No tengo ni idea de donde vendrá su razón de ser pero quizás tenga que ver con la Flor de Pascua, cuyas hojas son de este color. Lo único que espero es que no sea por la Coca Cola. A los que ahora estaréis leyendo estas líneas os puede parecer una tontería que considere que el color rojo es uno de los aspectos fundamentales que provocan ese estado de ánimo positivo en la gente. Los chinos, a los que siempre he considerado muy listos, consideran que el rojo es el color de la felicidad y la prosperidad. Podría quedarme aquí.
El color rojo podría ser considerado un color contradictorio. No deja de ser el color de un sentimiento tan puro como es el amor y también representa el lado opuesto, la violencia o la guerra. Lo que no cabe duda es que es el color más cálido de todos los que podemos encontrarnos en una paleta y eso quizás se note en nuestros corazones. Lo que si dicen los psicólogos es que el rojo es atractivo y motiva a las personas a la acción. El color rojo es utilizado para no caer en depresiones porque aporta optimismo y confianza en uno mismo ¿Es necesario seguir justificando este aspecto que parecía tan absurdo? Yo creo que no, solo que su combinación con el color verde potencia sus efectos al ser colores complementarios.
Tener la cabeza muy ocupada
Estaréis conmigo que a nivel personal la Navidad es la época del año con mayor actividad, no solo emocional. Repartirnos el tiempo para estar con la familia, compartir una copa con nuestros amigos y también dedicar tiempo a esas personas que hace tiempo que no vemos, hace que esta época sea muy intensa. Si a eso le añadimos toda esa actividad de felicitaciones, en persona, por teléfono o por whatsapp, abrazos y besos, provoca que estas fechas sean la época del año con mayor actividad emocional y afectiva. Y eso desgasta.
Además suelen ser unas fechas profesionalmente bastante intensas. Muchos de los comercios de nuestro país, así como determinados sectores de fabricación, concentran en estas fechas gran parte de sus ventas. Eso hace que durante estas semanas no paremos ni un momento y nuestra mente esté completamente ocupada. En oficinas coincide con las semanas de cierre y eso también nos mantiene en trabajo mental constante. Si esto no fuera poco, además de los presupuestos de cara al año que viene, es la época más propicia para plantearse nuevos retos o, incluso, propósitos de enmienda. Eso también desgasta lo suyo.
Al final si nuestra mente está trabajando al 100% nuestra satisfacción con nuestro trabajo es mucho mayor y la motivación para hacerlo mejor también. Además no tenemos tiempo para pensar en tonterías que hacen que seamos menos felices (este compañero cobra más que yo, esta compañera trabaja menos que yo, etc.). No recuerdo la frase célebre ni quien la dijo pero era algo que «la mente ociosa era el caldo de cultivo del diablo», y no le falta razón. El compañero que trabaja incansablemente suele ser el que más feliz está en la empresa y eso se transmite al cliente.
El azúcar hace muy bien su trabajo
A nadie la amarga un dulce, que dice el dicho. Pero el azúcar en estas fechas va más allá. Y no me refiero a las caries en los dientes, que como me dijo mi hermano mayor en una aleccionadora sentencia viene de la época en la que se empezó a cultivar la avena. Tampoco me refiero a ese listado interminables de efectos secundarios nocivos para nuestra salud que puede provocar su consumo. Dan ganas de dejar de tomarla.
En aquellas fechas donde existe constancia de su utilización, allá por el año 600 d.C., era considerada una rara y preciada droga utilizada en medicina. Farmacológicamente el azúcar es una glucosa muy simple que no requiere una largo proceso de digestión y llega con asombrosa rapidez al sistema nervioso. Como todos sabéis la glucosa es el combustible de nuestro cerebro. El doctor Mat Otto Brukker demostró que la elevación en los niveles normales de glucosa se experimentaba una leve euforia. Mientras la glucosa es absorbida por la sangre nos sentimos animados.
Al final estos tres ingredientes que hemos comentado forman una parte importante de la receta secreta que provoca que la experiencia de cliente en Navidad sea mucho más positiva de lo habitual (recordad el artículo ¡Feliz experiencia navideña! del año pasado). Quizás sea oportuno aplicarlas en otra época de año para ver si obtenemos resultados similares.
1 comentario en «¡Qué fácil parece la experiencia de cliente en Navidad!»