El jueves pasado estuve en un desayuno organizado en ESADE por la Asociación Española de Directivos y en la que intervenía David del Val, CEO de Telefónica I+D y Director de Innovación de Producto en Telefónica. Es agradable ver a esta clase de directivos, que en su «vida anterior» crearon una empresa de éxito como Vxtreme, adquirida por Microsoft en agosto de 1997, en una de las grandes empresas españolas. David hizo una exposición muy didáctica de los que es Internet de las Cosas (IoT, acrónimo de Internet of Things). La exposición requería ese nivel debido la gran variedad de público que había en la sala.
Pero hay una cosa en su exposición que no pasó desapercibida a mi atención: nos presentó lo que según él «va a revolucionar el comercio electrónico en España», con la clara intención de llamar nuestra atención. Con esta frase tan atrevida nos presentó un botón que Telefónica había desarrollado conjuntamente con Telepizza y que te permitía tener en tu casa una pizza en cuestión de 20 minutos con tan solo pulsarlo. Tuvo que detallar que el pedido que te llevarán a casa no era fruto del azar sino resultado del análisis de tu historial como cliente o de tus preferencias.

Incluso llegó a mencionar a Jeff Bezos, poniendo en el mismo lugar esta invención dentro del campo del comercio electrónico que la idea que tuvo el fundador de Amazon a la hora de vender libros por internet. Esto sí que me pareció todo un atrevimiento. Es necesario recordar que fue el propio Bezos el que creo el «one click» para agilizar con un simple golpe de ratón todo el proceso de compra en su tienda online, además de otros cientos de conceptos que han revolucionado el comercio electrónico en el mundo.
El principal argumento de venta del botón Click&Pizza (en este enlace podéis ver como funciona) fue que ya era muy complicado acceder a la aplicación de telepizza desde el móvil y hacer tu pedido metiendo los datos personales y los de tu tarjeta. Este botón ofrece la posibilidad de, con solamente apretarlo, tener al repartidor en la puerta de tu casa en 20 minutos. No quito mérito a este invento pero dudo que vaya a ser más exitoso que una aplicación en el móvil con un solo botón que realizara el mismo pedido a la pizzeria más cercana.
Curiosamente, este servicio ya existe en Estados Unidos, se llama Push for Pizza y consiste en lo anteriormente dicho. Pulsando el único botón que tiene la aplicación, haces tu pedido recogiendo tus preferencias. A continuación podéis ver el vídeo explicativo de cómo funciona la aplicación y que grabaron los propios fundadores. Curiosamente la motivación para crearla fue la misma, a nadie le gusta hacer un pedido de pizza.
Con esto no quiero dejar en evidencia el desarrollo realizado por Telefónica y Telepizza, ni mucho menos. Tampoco quiero cuestionar la prioridad, término utilizado en el mundo de las patentes para determinar quién ha inventado algo antes. En este sentido hay que decir que Push for Pizza vio la luz en los medios americanos a principios de agosto del año pasado (por ejemplo, léase noticia de TechCrunch del 5 de agosto). En cambio Click&Pizza fue presentado en medios a mediados de noviembre del año pasado (léase noticia de Cinco Días del 14 de noviembre).
¿Realmente tiene interés el Internet de las Cosas para nuestra tienda online?
Mi propósito no es otro que ver la utilidad que tiene dotar de internet a las cosas inertes con las que todos los días interactuamos, con la intención de dotarles de «esa vida» que carecen y si ésta puede ser perfectamente autónoma para facilitarnos la vida. Y esta vida sería inyectada por estar conectado a internet, hecho que dotaría a los objetos de la inteligencia suficiente para interpretar las señales que el propio objeto le va suministrando. Esto es realmente interesante, por ejemplo hablando de un coche o un electrodoméstico, para prevenir averías antes de que sucedan.
Uno de los estandartes más populares de esta tendencia familiarmente llamada IoT (Internet of Things) es el termostato inteligente Nest, que en febrero de 2014 fue adquirido por Google por 3.200 millones de dólares. Ahora mismo sin un móvil y su correspondiente aplicación instalada este aparato carece de mucho sentido. Es cierto que su posible evolución puede ser dotarle de la inteligencia e información suficiente para razonar que si vuelves de viaje un día concreto, porque has contratado un paquete vacacional con un tercero, a una hora concreta, teniendo en cuenta el tráfico que haya, el termostato pueda activarse para tener la casa a la temperatura que habitualmente te gusta. Y todo esto sin interacción nuestra. No sé por donde irá la evolución de este aparato en este sentido.
Pero cuando hablamos de la utilidad del internet de las cosas para el comercio electrónico tendríamos que darle una segunda vuelta de rosca. No voy a quitar a nadie la razón de que un pantalón dotado de la inteligencia suficiente por estar conectado a internet puede llegar a ser un buen prescriptor o iniciador de su sustitución. Aunque estoy seguro de que un pantalón conectado a internet puede tener mayor utilidad que esta. Pero pongámonos en aquel caso y pensemos que el pantalón nos avisará de que, como siga engordando, no me va a servir o que por el uso que le he dado está a punto de llegar al final de su vida útil. Me parece muy atrevido dotarle de la capacidad de hacer un pedido nuevo simplemente porque el usuario no se acordaría de esta opción configurada por el mismo.
Otro ejemplo muy utilizado es el del frigorífico inteligente y su capacidad para realizar un pedido automático al supermercado cuando falta algo. Yo hoy en día no he conocido a nadie que lo use, aunque si conozco a alguien que lo tiene y realmente le es útil para configurar su lista de la compra. El problema radica en dos preguntas, una de ellas fácil de responder por el usuario pero ambas dos difíciles de implementar por las empresas que entran en juego ¿En que comercio electrónico realizo la compra? ¿Qué hacemos con el resto de productos que no se guardan en el frigorífico?
Veo difícil tener más de cinco botones al estilo «Click&Pizza» repartidos por toda la casa para hacer los pedidos automáticos en cada una de las tiendas donde solemos ir a comprar. No discuto que sea un buen elemento de fidelización pero creo que todavía no estamos preparados para limitar nuestras experiencias a un simple botón.
De todas maneras, no os debéis preocupar en demasía. Como bien dijo David de Val en su exposición, el precio al que se pueden conseguir este tipo de productos todavía no es muy «democrático» y muy poca gente está dispuesta a pagar 100 euros por una bombilla inteligente. Otro problema que ven los usuarios salió a la luz en el turno de preguntas y es el relativo a la privacidad de las personas.
Lo bueno de todo esto es que tenemos tiempo para darle vueltas a esto.
No conocia el proyecto «Push for Pizza», pero estoy de acuerdo en que no veo que este tipo de cosas se popularicen mucho.