¿Y por qué motivo vamos juntos a Ikea?

Espero que no me lo tengáis en cuenta, pero no he podido resistirme a compartir con vosotros esta campaña que Ikea lanzó en su país natal con motivo de la festividad de San Valentín. ¡Cómo son estos suecos! Conocen tan bien a sus clientes que saben que la mayoría de las parejas que han pasado por su locales han discutido alguna vez por su culpa. Reconozco que me he visto reflejado en muchas de las circunstancias protagonizadas por las jóvenes parejas que podemos ver en el siguiente video.

Antes de buscarme nuevos enemigos entre mis seguidoras, he de entonar el «mea culpa» por mi compra compulsiva de bombillas LED y pilas alcalinas cada vez que piso un Ikea. Después de esta declaración sincera paso a suscribir la frase de uno de los primeros hombres que aparecen en el vídeo y que piensa que su pareja compra muchas cosas que no necesitan. Es cierto que esto siempre pasa cuando vas a la casa de los muebles de nombres impronunciables, como Fjordgard, Docksta, Agnaryd, Ljusas y un largo etcétera.

Pero son estas discusiones las que mantienen vivas nuestras vidas en pareja. Cuando uno va con su mujer a Ikea sabe que en algún momento va a acabar discutiendo. No es necesario que sea de forma acalorada. Incluso cuando nosotros nos damos por vencidos y las damos la razón, ellas nos echan en cara que no nos tomamos en serio las importantes decisiones que rodean la decoración de la casa. Os puedo llegar a confesar que nos da igual el color de las cortinas de la habitación de la niña. Incluso en esas ocasiones nuestra mente provoca un daltonismo transitorio en nuestra vista.

Pero como prueba de que estas discusiones son el acicate que necesita nuestra apasionada vida en pareja, nos presentan a tres parejas que llevan juntas desde antes que abriera el primer Ikea en 1958. Y eso es prueba de que ellos no tienen culpa de las rupturas de las parejas entre sus clientes. Los comentarios irónicos de las parejas de ancianos suecas son lo suficientemente parecidos a los que puedan producirse en las latitudes mas cercanas al mediterráneo como para asustar. Quizás acabo de descubrir, sin quererlo, el primer común denominador en esta Unión Europea de ya 28 estados.

Pero si algo tienen estos grandes suecos es que, además de amenizarnos las tardes de los domingo para montar un armario con puertas correderas y apliques de luz, son capaces de convertir en un punto de atracción con sus clientes algo que en teoría debería parecer molesto en el recuerdo. Porque al final ponerse en el lado del cliente siempre consigue buenos réditos para quien lo hace.

¿Cuando volvemos al Ikea para discutir con nuestra pareja?

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